Y habrá que avanzar sin Escazú

Autora: Verónica Delgado

Fuente: Diario de Concepción

26 de septiembre de 2020

Si se entiende que el cambio climático es una realidad urgente de asumir, es fundamental que el planeta y especialmente nuestra América Latina y el Caribe avancen rápido y de manera coordinada, con colaboración y solidaridad, hacia metas ambiciosas en mitigación y adaptación. Tenemos ventajas importantes al contar con espacios ricos en biodiversidad que podrán contribuir a una mayor captura de carbono, buenas experiencias en energías renovables y un conocimiento ancestral que nos está reeducando en una mejor relación con el planeta. Pero, a la vez, lamentablemente, somos altamente vulnerables a eventos extremos, como sequías, olas de calor, megaincendios, inundaciones, etc., lo que nos impone adaptarnos con cambios que en algunos temas (el uso del agua, por ejemplo) requerirá más bien de una “transformación”, es decir, de cambios profundos.

Para ello, será fundamental que este proceso se haga de una manera colaborativa y solidaria con los demás Estados, en que las experiencias de algunos se aprovechen de manera rápida por los demás y donde la sinergia incentive una nueva relación con el ambiente. Sólo así seremos capaces de asumir soluciones que permitan que las nuevas generaciones y el planeta puedan sobrevivir.

Todas estas nuevas formas de vivir requerirán tomar decisiones importantes. Un alumno hace algunos días me preguntaba ¿Cómo alimentaremos a tantos? ¿Con qué tipo de energía? ¿Con qué agua? No me es fácil contestar. Pero lo que sí sé, es que cada decisión conviene tomarla entre todos, informando, educando, colaborando. Entre Estados. Entre nosotros. Porque abandonar el modelo extractivista que hemos adoptado, en nuestro continente y país, no será fácil. Requerirá que seamos -quizá de la manera más seria que se ha requerido en nuestra historia- realistas, coherentes, respetuosos, generosos, solidarios y austeros.

Escazú nos ofrecía un camino para tomar esas decisiones, con excelentes estándares en acceso a la información y a la participación ambiental, ya probados -por lo demás- en Europa desde hace muchos años, con el Convenio de Aarhus, y mejorados a nuestra realidad, especialmente en relación a la protección de los defensores del ambiente. Pero el Gobierno, con argumentos latamente criticados, ha decidido restarse, e independiente de lo expresado en la ONU hace pocos días atrás, la verdad es que se ha dicho no a la cooperación latinoamericana y a la democracia ambiental interna.

Pero habrá que avanzar, igual, sin Escazú. En lo interno, al menos, la discusión constitucional será una excelente oportunidad.