Biodiversidad, la gran deuda ambiental de Chile

Autores: Dafna Bitran, Paloma Infante, Cristóbal Barros, Andrés Otero.

Fuente: Eco-Reflexiones, Vol. II - N°5, junio 2022.

30 de junio de 2022

Resumen

Chile tiene un gran patrimonio natural. Cuenta con alrededor de 31.000 especies, entre plantas, animales, algas, hongos y bacterias, de las cuales casi el 25% son endémicas. En las últimas décadas, sin embargo, la biodiversidad se ha visto amenazada por la actividad humana, proceso que no cesa de agudizarse. Para lograr detener y revertir estos procesos, se requieren, entre otros, mecanismos financieros ágiles y significativos que logren recaudar, dirigir y administrar recursos de manera efectiva. Para potenciar estos esfuerzos y generar alianzas de financiamiento público-privadas, el Ministerio de Medio Ambiente ha buscado disponer del diseño de mecanismos financieros innovadores y viables de implementar en el país, en el marco de la creación de un fondo ambiental, denominado Fondo Naturaleza Chile. Este Fondo buscará reducir la brecha de financiamiento para la biodiversidad, que para el país se ha estimado recientemente en un 1,05% del PIB.

I. Introducción

La biodiversidad se define como “la variedad de la vida en todas sus formas” (Dasgupta, 2021). La vida en sí misma, la salud de los ecosistemas y todos los productos que los humanos obtienen de forma gratuita de la naturaleza y que son la base de su bienestar y de las actividades económicas y sociales que éstos desempeñan, dependen de la biodiversidad.

En las últimas décadas, sin embargo, la biodiversidad se ha visto amenazada por la actividad humana lo que, por lo que se estima, no tiene horizontes claros de amortiguación. Los estudios en esta materia indican que las tasas de extinción actuales a nivel global son entre 100 y 1000 veces mayores de lo que ocurriría naturalmente sin la intervención humana (Ceballos et al., 2014; Pimm et al., 2014). A su vez, el cambio climático afecta la biodiversidad, por lo que los impactos que ésta enfrenta se recrudecen con los cambios globales de temperatura. Ésta crisis de extinciones tiene impactos, no solo sobre los ecosistemas mismos, sino que también, sobre la actividad económica, la resiliencia y la capacidad de adaptación humanas y, a su vez, crea riesgos e incertidumbre extremos para las economías y el bienestar de todos los habitantes del planeta.

A pesar de que Chile es un país signatario de diversos acuerdos relativos a la protección del ambiente a nivel internacional, como el Convenio sobre la Diversidad Biológica, el Acuerdo de París sobre el Clima y sus sucesivas Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), el Convenio Ramsar sobre Protección de Humedales y la Convención de Washington sobre Flora, Fauna y las Bellezas Escénicas Naturales de América, entre otros, no es ajeno a este proceso. El país experimenta tasas de extinción y degradación de especies y ecosistemas, tanto a nivel terrestre, donde la mitad de los ecosistemas  presentan algún grado de amenaza, como a nivel marino, donde de las 38 principales pesquerías chilenas, 26 se encuentran con niveles de extracción no sostenibles (MMA, 2019), entre otros impactos.

Para proteger, restaurar y conservar la biodiversidad se requiere de estrategias de conservación que incluyen la protección de áreas terrestres y marinas, además de otras iniciativas de investigación, educación y políticas públicas. Todas estas medidas tienen costos, que es necesario financiar tanto con recursos públicos como con apoyo de privados. Mientras pasa el tiempo y los impactos se acrecientan, los requerimientos de recursos financieros se también se incrementan.

Chile ha seguido avanzando en sus compromisos ambientales. Las metas climáticas fijadas recientemente (por ejemplo, la NDC del año 2020) tienen sinergias fuertes con la protección de la biodiversidad. Adicionalmente, el país acaba de lanzar su Estrategia Climática de Largo Plazo (ECLP) que tiene como una de sus metas “elaborar de manera participativa con actores públicos y privados una estrategia nacional para la movilización de financiamiento para la conservación y restauración de la biodiversidad en el contexto del cambio climático, con miras a cerrar la brecha de financiamiento para la biodiversidad al 2050 a través del financiamiento del Estado y financiamiento complementario” (MMA, 2021a). En este sentido, se ha creado recientemente el Fondo Naturaleza Chile (en adelante “Fondo”), institución sin fines de lucro que busca canalizar recursos para la protección de la biodiversidad. A continuación, se describe la importancia del patrimonio natural chileno, se hace un breve recuento de las necesidades financieras para la protección de la biodiversidad en Chile, y se analiza la relevancia de este Fondo a nivel nacional.

II. El Patrimonio Natural Chileno

Chile tiene un gran patrimonio natural. La geografía nacional abarca desde los desiertos más áridos del mundo hasta territorios antárticos, y desde cumbres por sobre los 6000 metros hasta el océano, además de islas, fiordos y archipiélagos. Esta variedad de climas y ecosistemas dan lugar a una amplia gama de formas de vida. En Chile se cuenta con alrededor de 31.000 especies, entre plantas, animales, algas, hongos y bacterias, de las cuales casi el 25% son endémicas (MMA, 2016).

Tanto la diversidad biológica del país como las amenazas que ésta enfrenta se encuentran distribuida de manera heterogénea, habiendo zonas de alto endemismo que enfrentan además altas presiones. Las zonas centro y sur del país tienen estas características, por lo que han sido catalogadas como uno de los 35 puntos calientes o hotspots mundiales para la protección de la biodiversidad (Myers et al., 2000). De la misma manera, la riqueza en los ecosistemas marinos de la costa chilena le han significado la denominación de ecorregión prioritaria de conservación a nivel global (Olson & Dinerstein, 2002). Chile es, por lo tanto, un país con una riqueza extraordinaria, que requiere de ser protegida y resguardada.

Este patrimonio natural se transforma en bienestar humano, ya que los sectores económicos más importantes para el país dependen de la provisión de bienes y servicios que entrega la naturaleza. En efecto, los sectores minero, agrícola, forestal, pesquero y turístico dependen de una biodiversidad sana y abundante. Se ha calculado que un 17,4% del PIB de Chile y más de la mitad de las exportaciones del país dependen directamente de los recursos naturales (PNUD, 2017b).

Proteger la naturaleza es, en este sentido, una contribución en términos económicos, además de sus otros múltiples beneficios. En el año 2013 se estimó que el aporte de los servicios ecosistémicos que prestaba la naturaleza chilena, considerando solamente las áreas protegidas, alcanzaba flujos del orden de los US$ 2.550 millones anuales, es decir aproximadamente un 1% del PIB nacional de ese año (Figueroa y Pastén, 2013). Sin embargo, a pesar de este importante aporte, uno de los desafíos actuales más relevantes a nivel nacional, se refiere al financiamiento para la biodiversidad.

III. La Brecha de Financiamiento para la Biodiversidad

Para lograr detener y revertir los procesos de pérdida de biodiversidad ya mencionados, se requiere de mecanismos financieros ágiles y significativos que logren recaudar, dirigir y administrar recursos de manera efectiva. Sin embargo, según estudios recientes realizados en el mundo, incluso añadiendo el gasto privado y la cooperación internacional, los países no cuentan con financiamiento suficiente para hacer frente a la pérdida de biodiversidad. Se ha estimado que para revertir la pérdida de biodiversidad a nivel global, al año 2030, se necesitan en promedio 711 mil millones de dólares anuales (Deutz et al., 2020), de proveniencia tanto pública como privada. La cifra es alta, pero representa menos del 1% del PIB anual mundial, es decir, menos que los subsidios que se entregan a la industria forestal y pesquera cada año (y que contribuyen a degradar los ecosistemas); y, como anecdóticamente señala el reporte, menos del gasto anual mundial en cigarrillos.

Sin embargo, se calcula que en la realidad, en los países latinoamericanos el gasto del sector público variaba en un rango entre 0,14% y 0,50% del PIB en promedio en temáticas ambientales (que incluye la biodiversidad, pero abarca muchos otros temas), mientras que en Europa esto subía hasta un 0,7% del PIB (CEPAL, 2014).[1] En Chile, según un estudio realizado por CEPAL junto al Ministerio de Medio Ambiente, en el año 2012 se dirigía solamente un 0,1% del PIB a protección ambiental, y menos de un tercio de esto se asignaba específicamente a biodiversidad (CEPAL & MMA, 2015). El estudio de BioFin (PNUD, 2017a) hace una estimación similar, calculando que entre 2010 y 2014 el gasto en biodiversidad correspondió a un 0,0366% del PIB del año 2014.

Estos números son bajos: según un estudio publicado el año 2013, Chile era uno de los cuatro países del mundo que tenían una mayor brecha entre el financiamiento para la biodiversidad y los niveles de vulnerabilidad que enfrentaban sus especies nativas (Waldron et al., 2013). Más recientemente, se ha estimado que para cubrir la brecha de financiamiento de la biodiversidad se requeriría invertir hasta el 0,105% del PIB nacional, es decir una proporción tres veces mayor de la que se destinaba a esta temática en 2014.

La evidencia, por lo tanto, nos muestra que el costo a largo plazo de la conservación de la biodiversidad es mayor a la capacidad y disposición del sector público de financiarlo. El sector privado puede, en cambio, desplegar capital en cantidades mucho mayores que el sector público. Credit Suisse, World Wildlife Fund y McKinsey & Company han estimado que la brecha de financiamiento para la conservación podría cerrarse si solo el 1% del capital nuevo y reinvertido en el mundo se asignara a financiar conservación (Tobin-de-la-Puente and Mitchell 2021). Esto sugiere que una posible solución a la crisis de la biodiversidad es buscar maneras en que las iniciativas sean financiadas principalmente de forma privada y generando retornos financieros, además de beneficios ambientales.

IV. El Fondo Naturaleza Chile

Para potenciar estos esfuerzos y generar alianzas de financiamiento público-privadas, el Ministerio de Medio Ambiente ha buscado disponer del diseño de mecanismos financieros innovadores y viables de implementar en el país, en el marco de la creación de un fondo ambiental público-privado, denominado Fondo Naturaleza Chile[2]. La iniciativa de creación de este Fondo surge durante el primer semestre de 2018, al formarse un grupo de trabajo entre las ONG internacionales con presencia en Chile (Wildlife Conservation Society (WCS), Oceana y WWF) y el Ministerio de Medio Ambiente con este fin. Ya a finales de 2018 se incorporan al grupo de trabajo The Nature Conservancy (TNC) y el Comité Nacional Pro Defensa de la Flora y Fauna (CODEFF). En septiembre de 2020 se incorporan la Corporación Nacional Forestal (CONAF) y el Servicio Nacional de Pesca (SERNAPESCA). El Fondo fue lanzado oficialmente el día 4 de abril de 2022.

Este Fondo busca replicar un modelo de financiamiento e inversión utilizado por más de 30 años a nivel mundial para la conservación de la biodiversidad. Los fondos ambientales son instituciones de derecho privado, legalmente independientes y sin fines de lucro, que movilizan, administran y asignan recursos de diverso origen con el objetivo de complementar el financiamiento de largo plazo para la conservación de la biodiversidad, además de brindar seguimiento técnico para garantizar que las actividades que financian sean eficientes. Por otra parte, estos fondos pueden cumplir un importante rol en articular los sectores público y privado, para alinear los objetivos de conservación y aumentar la ambición, atraer a nuevos donantes, además de formar capacidades y fortalecer el trabajo junto a la sociedad civil. Uno de sus roles fundamentales es brindar estabilidad y permanencia a la implementación de acciones para la conservación, manteniendo su independencia ante los cambios de prioridad de los gobiernos.

Si bien este modelo aún no existía en Chile, ya se implementa de manera exitosa en 19 países de Latinoamérica y el Caribe, donde ya han logrado canalizar, en su conjunto, $1,4 mil millones de dólares hacia actividades y proyectos de conservación en los últimos 30 años. Se encuentran agrupados en la Red de Fondos Ambientales de Latinoamérica y el Caribe (RedLAC).

El Fondo Naturaleza Chile, al menos en un inicio, se conforma de dos programas principales para sus actividades, el programa de Áreas Marinas Protegidas y el programa de Bosques y Cuencas. Actualmente el Fondo cuenta con recursos suficientes para su puesta en marcha y operación, provenientes de una glosa presupuestaria específica en el presupuesto del MMA para 2022, aprobada por el Congreso Nacional. El Fondo ha establecido la necesidad adicional de avanzar en la generación de instrumentos financieros e incentivos novedosos que permitan seguir aumentando los recursos que se destinan a la conservación y el manejo de la biodiversidad, para poder cumplir con los objetivos planteados en la Estrategia Nacional de Biodiversidad, cuya meta 4.2 del acápite 5.11 indica que “al 2030, se propenderá a reducir en al menos un 30% la brecha de financiamiento para la biodiversidad establecida en la estrategia nacional para la movilización de financiamiento”. Estos recursos podrán provenir del Estado de Chile, de cooperación multilateral, de cooperación bilateral, de fundaciones privadas nacionales e internacionales, de organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales, de empresas privadas y/o de personas naturales.

Una vez identificadas las fuentes de recursos e instrumentos de financiamiento novedosos, el fondo los canalizará según las metas que se definan en cada uno de sus programas. Estos recursos serán distribuidos primordialmente a través de organizaciones de sociedad civil en los territorios. Esto, con la intención de que el fondo pueda ayudar a fortalecer que las propias comunidades sean quienes implementan acciones en su propio entorno.

V. Conclusiones

Chile es un país que cuenta con un enorme patrimonio natural. Su particular geografía abarca desde los desiertos más áridos del mundo hasta territorios antárticos, conjugando climas y ecosistemas muy variados y únicos. La biodiversidad chilena, sin embargo, se enfrenta a múltiples amenazas, y se necesitan recursos importantes para asegurar su protección adecuada, de cara a los compromisos que ha asumido internacionalmente el país.

Por su enorme riqueza natural, Chile tiene el potencial de dar un vuelco en la manera en que gestiona y financia su biodiversidad. Los recursos naturales que existen en el país deben ser valorados y considerados como parte de la solución a los problemas ambientales y también de financiamiento que se enfrentan. La creación de un Fondo nacional cuyo objetivo es movilizar y canalizar recursos para la conservación de la naturaleza a gran escala en Chile, busca encaminar al país hacia el cierre de esta brecha de financiamiento. Se ha estimado que, utilizando los instrumentos apropiados y realizando las gestiones necesarias para su implementación, se podría llegar a financiar una fracción relevante de estas necesidades en los próximos años.

Si este potencial se utiliza correctamente, si se generan las condiciones habilitantes que se necesitan para potencializar el rol que juega la naturaleza en una serie de instrumentos financieros que ya existen, o se logra incluirla en otros más innovadores, sería posible cambiar la dirección que ha seguido el país, inyectando recursos al cuidado de la biodiversidad e impulsando las soluciones basadas en la naturaleza. El potencial y el interés existen, se requiere de alguien que lo catalice y lo gestione, y el Fondo Naturaleza Chile se encuentra en una posición privilegiada para dar los primeros pasos en esta dirección.

En resumen, Chile necesita de manera urgente contar con mecanismos financieros flexibles y eficientes que permitan generar fondos públicos y privados para detener y revertir la pérdida en biodiversidad. Considerando los servicios ecosistémicos que las diversas especies aportan, lo anterior no debería ser difícil. El desafío estará en posicionar estos temas en la agenda pública.

Bibliografía

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[1] Los promedios se calcularon para diferentes rangos de tiempo entre 1991 y 2008.

[2] La página web oficial de la iniciativa es: https://www.fondonaturaleza.org/