Hacia un nuevo pacto ambiental

Autor: Oscar Reicher

Fuente: Diario de Concepción

17 de octubre de 2020

El actual debate constituyente nos ha hecho repensar la forma en que definiremos nuestra interacción con el ambiente. Un nuevo pacto ambiental nos desafía a obtener respuestas a distintos aspectos que se recogen desde el panorama internacional.

El primer aspecto dice relación con los derechos ambientales, es decir, cómo enfrentar los efectos de la interacción humana con el ambiente. Acá encontraremos tres tipos de derechos: las personas tendremos “derecho a un ambiente” de qué tipo sano o ecológicamente equilibrado o no contaminado; que está vinculado con los “derechos procesales ambientales” tales como acceso a la información, participación ciudadana en la toma de decisiones, acceso a la justicia, entre otros. También, se debe incluir el “derecho del ambiente”, que implica reconocer al ambiente por su valor per se y no sólo por los beneficios que genere para la sociedad, lo que será relevante para impulsar políticas públicas destinadas a la restauración o reparación de ecosistemas que ya han sido afectados.

Un segundo aspecto se vincula con los deberes ambientales, lo que debe llevar a preguntarnos qué obligaciones o responsabilidades asumirá el Estado y las personas para proteger y no dañar el medio ambiente. En tal sentido, habrá que considerar al ambiente en áreas como el ordenamiento territorial, establecimiento de impuestos ambientales, administración descentralizada del ambiente, cambio climático, entre otras áreas.

Por otra parte, un tercer aspecto a considerar en el debate constituyente, se relaciona con los principios ambientales que se podrían consagrar en una Carta Fundamental. Esto permitirá fijar pautas al Estado que lo guiarían en su actividad económica. Así, la sustentabilidad y la justicia ambiental pueden ser dos principios que por su relevancia podrían estar en un texto constitucional.

Un último aspecto tiene que ver con las limitaciones que se establecerán a otros derechos para no dañar el ambiente. Para ello, habrá que definir cómo limitaremos el derecho de propiedad, el ejercicio de libertades económicas, la gestión de recursos naturales, como el agua, la minería, bosques, entre otros.
Si queremos un nuevo pacto con el medio ambiente, deberemos hacernos estas preguntas. Lo importante es recordar que la respuesta que nos demos como país determinará la forma en que enfrentaremos los actuales problemas ambientales y el desarrollo de las futuras generaciones. La protección del medio ambiente es fundamental para imaginar el Chile del Siglo XXI.